domingo, 25 de agosto de 2013

ES HORA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD DEL BAILE: ASTAIRE - KELLY - MICHAEL JACKSON

Por: ♥Anaitat♥

Les dejo un interesante artículo por P. Forte:

La muerte de Michael Jackson ha sido anticipada, lo cual certifica que era un genio diseminador de felicidad universal colectiva. Es una extraña norma existencial: los vectores generalizadores del mal —como los tiranos— viven más que el cangrejo de pretendida inmortalidad. Only the good die young...

Nunca fui fan de Michael Jackson, simplemente porque no soy un consumidor de R&B. Pero no niego que éste es el género más grande, influyente y estable de la música norteamericana, del mismo modo que siempre alabé el talento extraordinario de este artista que trascendió más de una frontera. Además, tanto el Rhythm & Blues como sus gestores, han sido un antídoto contra el racismo en Estados Unidos aunque nunca o rara vez se les otorga crédito por ello ni se aplaude su gloria.

Michael Jackson es grande de verdad como artista. Pocas veces se vio a alguien combinar en un solo ser una gran voz con una gran gestualidad corporal. Afinadísimo de niño, poseedor de un ritmo interno único, con una musicalidad que desbordaba su garganta para colarse en su cuerpo, y agitar pues este cóctel de cualidades que etiquetó justamente eso que todo el mundo reconocía como "Michael Jackson". Genuino, irrepetible... the one and only Michael Jackson. Michael sobrevoló edad, sexo, raza, idioma, cultura, nacionalidad. Nunca dijo que era más famoso que Cristo; habría sido una segunda dosis del más ingenuo de los más infamantes disparates... mas no habría sido ilógico que lo hubiese pensado.

Su trascendencia como cantante ya es y ha sido patente. Su brillo como bailarín creo que todavía no ha sido reconocido con justeza porque se le sigue viendo con los ojos del asombro divertido. Ya va siendo hora que lo coloquen en la exclusiva nómina coreográfica que integran Fred Astaire con Dancing in the Ceiling, y Gene Kelly con Dancing in the Rain. La trinidad exquisita la completaría Michael Jackson con Thriller.

El niño prodigio que dio vida al más vibrante que nunca fenómeno de los teen-idols en los años '70 rebasó esa férrea cárcel de cuyas celdas no pudieron empero escapar contemporáneos suyos como The Osmond Brothrers y DiFranco Family, incapaces del crossover a artistas para adultos. Ése fue Michael Jackson, que rompió además la barrera racial de su propia casilla y se adelantó, como el ícono de la cultura popular más grande de la historia, a la globalización económica con la globalización del espectáculo y el entretenimiento.

Pero como saetas que se anteponen mutuamente, toda la coherencia y éxito de su vida profesional contrasta con una vida personal cuyo lado más público fue el privado, decorado con una conducta social desconcertante, coronada por el ojeroso adulto que continuó siendo niño. Y eso no es normal.

Su lucha por huir de su propio cuerpo, el proceso de blanqueamiento —¿o fue maquillaje?— del cual todavía no sabemos nada —acaso nunca—, el maratón de cirugías que fueron reinventando su fisonomía como en un palimpsesto de sí mismo, a cada paso distinto como una vuelta de caleidoscopio, decepcionan. Y ese asunto de los niños... y la escena grotesca de él sacudiendo a su propio hijo en el balcón de aquel hotel en Berlín. Hijos para los que no puso la esperma sino que los configuró cual hoy uno encarga y se compra una computadora por internet a su antojo. What's wrong, Mike?


Pobre Michael y envidiable Michael. Realizado Michael, frustrado Michael. Fulgor y alma en pena. Sentí por él a turnos admiración y lástima; respeto y repulsión.

Por suerte para el juicio final, los asteriscos para notas al pie palidecen al inventariar al Michael Jackson artista. Michael, un fenómeno de popularidad inexplicable.

Cada disco suyo en solitario desde que en 1979 apreció en los charts solo sin sus hermanos con el vinilo Off the Wall, marca como en cada artista que participó de la más prolífica era de la historia musical del mundo, un cambio. Esto era una tradición entonces. Pero cada disco suyo, a diferencia del resto de los creadores de los últimos 40 años, representó un cambio que fue más allá de una nueva formulación de ritmo y sonido musical con cada lanzamiento. El Michael Jackson de Off the Wall no sólo es distinto como intérprete y ente en general comparado con Thriller —sin discusión su más grande logro—, sino que Thriller a su vez representa a un nuevo Michael Jackson, mientras que Bad a otro, y a otro Dangerous. Sólo cuatro discos entre 1980 y 1993 lanzó, que bastaron para generar una pared concisa de hits. Cuatro discos; es poco para tanto. En igual período Billy Joel publicó unas 7 placas...

A través de esos cuatro grandes saltos Michael Jackson, como por capítulos, fue apareciendo cada vez distinto. Es decir, más blanco, más andrógino y luego más feminoide, más infantil, más estrambótico... más ¿extraterrestre?

¿Qué prevalecerá de Michael Jackson... su lado oscuro de la Luna expuesto sin embargo con todo detalle y diáfanamente a la luz del Sol, o su proyección como artista? ¿Quizás una mezcla de ambas cosas? Sólo el tiempo dirá. Mas sólo un veredicto será emitido, pero no revelado su mapa existencial. Michael Jackson es, a pesar de famoso, un enigma más indescifrable que el de la esfinge, más enigmático que la sonrisa de la Mona Lisa, y la paradoja radica en que es un misterio para su propia generación, y ya eso es mucho decir. ¿Cómo será de sorprendente en el futuro?

La magnitud de la muerte de Michael Jackson es comparable únicamente a la de Elvis Presley... sólo que es más grande que la de Elvis.

La muerte de Michael Jackson es uno de esos raros privilegios exclusivos con que la vida premió a los baby-boomers, la de asistir a los funerales de luminarias que ya no brillarán más, no porque se hayan apagado —ésa, es la explicación elemental— sino porque su tipo está en extinción. Anyways, Michael, preferiré recordarte a través de tus clips y tus canciones. Creo que no soy distinto de los demás en escoger lo que menos duele...

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